Después... Dejó de respirar, comenzó a hundirse en un azul
profundo que con negro se confundía...
Encontró que no había nada más que hacer,
que la lucha había terminado, no existía forma de volver a la superficie, dejo
volar el alma para que pudiese respirar, soltó las manos, las piernas y cerró
los ojos, pues no había diferencia entre eso y seguir mirando... no había, nada
más...
Cayó del barco hace varias horas, nadie lo
encuentra, nadie siquiera ha notado su ausencia...
El sol allá afuera está brillando, fuerte
y constante, pero aquí, donde estás ahora, solo hay... Azul profundo... tú y lo
que puedas pensar y sentir antes de quedar en ese estado de shock interminable
de donde surgirá el nuevo universo que habrá de alojarte.
Cada impulso eléctrico que recorría su
cuerpo se volvía más y más fuerte, constante, se sentía, vibraba y con él,
parecía que todo le mar cantara una misma nota infinita... que cimbraba los
huesos y los continentes... cómo es que nadie lo ha notado....
Un suspiro, un respiro, nada era posible,
solo caer y caer, más y más...
Al despertar... En aquel peñasco,
observando el océano sin límites, después de varios días de no saber qué había
pasado... comencé a dudar, de mí, de la existencia, sería ese el nuevo universo
que había escuchado en aquel azul profundo, nunca lo sabría, todo era distinto,
todo había cambiado, no me importaba si el mundo lo había hecho, pero yo...
nunca más sería el mismo.
Hoy era el primer día de la existencia,
para mí.
Cada cuando regreso a este desfiladero a
observar ese profundo océano que grita por mí caída nuevamente, queriendo
engullirme, devorarme, atraparme y sumergirme, el miedo me recorre, me acaricia
y me susurra... Viveeeeee, se aleja y después yo... continúo con mi camino de
vuelta a casa, hay un universo que explorar, pero comenzaré de nuevo cada día
descubriendo lo que hay en mí alrededor, qué importa lo demás... el universo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario