martes, 11 de junio de 2013

Andando...

Andando a diario entre tus besos, tus caricias, tus miradas y tus manos, me pierdo siempre en la locura de este amor, incansable, inagotable, exponencial y trascendente.

Me vuelvo loco a cada rato en las terapias de tus labios que no me besan nunca lo suficiente según mi adicción a tu sabor.

Me gana el sueño siempre con ganas mañosas de ir a la cama y sentir el juego de nuestros pies y la danza  de nuestras piernas en ritual de sueños.

Peregrino siempre... De tus caderas, tus cabellos, tu cara y tus piernas que nunca terminan, que no me dejan respirar si comienzo a tocarlas.


Ando entonces aquí, conjugado en tu presente, viviendo intensamente de tus valles encantados, de tus lagos tibios y tus canciones que me arrullan para siempre.

Andando estoy... En ti, en mi, en nosotros.

He de haber muerto sin darme cuenta y perdido estoy con la mejor disposición, entregado ya sin retorno posible... En este paraíso, el del olor de tus cabellos cada noche, el de tu tibio cuerpo cada mañana que me niega andar a trabajar, de tus comidas cada día, de tus sonidos, de tu adictiva piel por las noches, de tus caricias que me lanzas con miradas.

Andando estoy, sumergido en este espacio donde hemos elegido converger para ser los más felices.

Andando estoy, tan tuyo como nunca, tan mío como tuyo, tan enamorado y volátil de tus besos.

Andando estoy, estas olas juntos que nos repliegan y nos extienden para ser cada día... Mejores olas, mejores orillas, mejores todos, de carne, hueso y energía.